Volvemos a desplegar velas para recalar esta vez en el archipiélago canario y conocer de cerca otro vino mítico que tuvo su periodo de gloria entre los siglos XVI y XVII: El Canary o Canary Sack.
ORIGEN.
Las
islas canarias son colonizadas por los españoles en el Siglo XV (1.402), estableciéndose
en un principio el cultivo de la caña de azúcar hasta mediados del siglo XVI, cuando
se observa un cambio en la tendencia, decantándose claramente hacia el cultivo
de la viña. Se tiene constancia de exportaciones de vino Canary a Inglaterra a partir del 1.519.
MALVASÍA.
Es
la uva origen del Canary, siendo introducida en las islas por el portugués Fernando de Castro a finales del siglo XV,
procedente de Madeira, donde se tiene documentado el cultivo de malvasía desde
al menos 1.453.
La
Malvasía es originaria de Asia Menor y debe su nombre al puerto de Nonemvasía en el Peloponeso, desde donde
su cultivo se extendió hasta la isla de Creta. Del puerto cretense de Candia salieron los primeros plantones
hacia Madeira, donde al igual que en Italia todavía se conoce a esta variedad como
Malvasía de Candia.
En
la actualidad hay quien distingue en las islas canarias dos castas de Malvasía:
- La Malvasía Volcánica, cruce “natural” entre Malvasía y Marmajuelo
(Lanzarote).
AUGE
Llegó
a ser un vino aclamado por la nobleza europea y por la aristocracia americana,
apareciendo referencias a sus virtudes de mano de ilustres personajes tales
como Shakespeare o Tomas Jefferson. Indistintamente nombrado como Canary o
Canary Sack (aquí comparte apellido con otros vinos navegantes como por ejemplo
el Málaga y el Sherry entre otros, dejando constancia de que se trataba de un
vino fortificado). Fue además un vino de uso común en las cortes más refinadas,
como puso de manifiesto en 1.949 el profesor Andrés de Lorenzo-Cáceres en su
obra “Malvasía y Falstaff”, editada por el Instituto de Estudios Canarios de la
Universidad de La Laguna, cuya lectura
recomiendo encarecidamente a aquel que quiera profundizar en la historia del
vino canario.
DECLIVE.
Problemas
políticos entre España e Inglaterra hacen que paulatinamente se vaya declinando
la balanza comercial hacia el vino de Madeira y Azores, hasta que las
relaciones quedan definitivamente rotas en 1.666, cuando el rey Carlos II de
Inglaterra, casado con la portuguesa Isabel de Braganza, prohíbe cualquier tipo
de comercio con las islas.
La
puntilla final viene de mano de las plagas, ya si bien el archipiélago está
libre de filoxera, sufrió en 1.852 una plaga de Oidio y otra de Mildiu en 1.878
que acabó definitivamente con este vino histórico, relegándolo a un cultivo de
autoconsumo a nivel casi doméstico.
RESURGIR.
A
partir de los años 90 del pasado siglo se produjo un movimiento cultural
tendente a la recuperación del vino dulce de malvasía canario, rescatando
viejas soleras particulares que pervivían a duras penas, resucitando el espíritu del antiguo Canary, con
resultados prometedores.
Destacar
el trabajo realizado por la bodega Viñátigo
de Tenerife a partir de un vino de 1.697 hallado durante la reforma de una
bodega familiar. Esa pasta casi solidificada que contenía la botella se ha
recuperado mediante un proceso de restitución y refresco con vino actual, y se ha
creado una solera inicial de tres barricas de roble que constituye el germen de
un futuro Canary.
Hay
que reseñar que en Canarias últimamente se vienen haciendo muchos blancos
dulces de Moscatel e incluso tintos dulces de Listan negro, de Baboso o de
Negramoll. Estos no son los que ocupan hoy nuestra atención, pero es bueno
saber que están ahí dando que hablar.
CARACTERÍSTICAS.
Nos
encontramos ante un vino blanco dulce, elaborado a partir de uvas Malvasía sobremaduradas
en la viña y al que se le detiene la fermentación mediante adición de
aguardiente vínico una vez adquirido el grado de dulzor deseado. Suele precisar
una crianza prolongada en barrica, para darle complejidad y paliar de cierta
manera esa neutralidad aromática que ofrece la variedad. Pongo como ejemplo de
lo que podría ser un Canary, el vino creado por bodegas El Grifo de Lanzarote bajo el nombre “Canary mezcla de añadas
1.956, 1970 y 1.997”. Este presenta un color naranja azafranado y una nariz que
recuerda a un oloroso jerezano debido a su larguísima crianza oxidativa. En
boca descubrimos un vino de muy alta calidad y unas características totalmente diferentes
a las del resto de vinos dulces que se suelen encontrar en el mercado.
Como
siempre hay opiniones enfrentadas sobre si el vino que se ofrece hoy en día
tiene algo que ver o no con el que se elaboraba en su época dorada, ya que algunos
piensan que además de imitar el proceso de elaboración, deberían recrear la
forma y técnicas de cultivo. En mi opinión son de alabar los esfuerzos para la recuperación de este vino legendario,
creando productos de muy alta calidad que aportan gratas sorpresas a los que se
internan en el interesante mundo del malvasía dulce canario. El resto, es
historia.
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